miércoles, 23 de julio de 2014

TRENZANDO NUESTROS CABELLOS PARA SOLVENTAR LOS DOLORES AJENOS

Un texto interesante: ya lo vi hace tiempo. 
Pero hoy me viene a cuento. 
De algún modo, trenzamos e hilvanamos la vida según vamos caminando en los distintos hilos que la conforman. A veces tensamos más esos hilos, nos sujetamos a ellos como equilibristas sobre el alambre.Otras veces los hilos se aflojan tanto que nos ponemos nervios@s porque no sabemos cómo podemos solventar las dudas, la calma y otras muchas situaciones que nos hacen sentir inseguridad. 
Acordándome de lo que está ocurriendo en Palestina, sobre todo las mujeres y los niñ@s...imagino que quizá trenzando mi cabello, se anuden todos sus problemas. Les mando mi energía cada día, no es suficiente y lo sé. Estoy preparando una entrada potente para apoyarlas, el fin de semana lo volcaremos ¡
De momento ahí os dejo este cuento, es de Paula Klung.

Decía mi abuela que cuando una mujer se sintiera triste lo mejor que podía hacer era trenzarse el cabello; de esta manera el dolor quedaría atrapado entre los cabellos y no podría llegar hasta el resto del cuerpo; había que tener cuidado de que la tristeza no se metiera en los ojos pues los harìa llover, tampoco era bueno dejarla entrar en nuestros labios pues los obligaría a decir cosas que no eran ciertas,  que no se meta entre tus manos- me decía-  porque puedes tostar de más el café o dejar cruda la masa; y es que a la tristeza le gusta el sabor amargo. Cuando te sientas triste niña, trénzate el cabello; atrapa el dolor en la madeja y déjalo escapar  cuando el viento del norte pegue con fuerza.
Nuestro cabello es una red capaz de atraparlo todo, es fuerte como las raíces del ahuehuete y suave como la espuma del atole.
Que no te agarre desprevenida la melancolía mi niña,  aun si tienes el corazón roto o los huesos fríos por alguna ausencia. No la dejes meterse en ti con tu cabello suelto, porque fluirá en cascada  por los canales que la luna ha trazado entre tu cuerpo. Trenza tu tristeza, decía,  siempre trenza tu tristeza…
Y mañana que despiertes con el canto del gorrión la encontrarás pálida y desvanecida entre el telar de tu cabello.

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